
Aprovechando del viaje de Sebastián Escalón por París, se organizó el pasado 18 de diciembre una proyección de la película Jacobo Rodríguez Padilla – Una visita a su taller. Filmada por Guillermo y editada por Sebastián Escalón, este documental-entrevista de 40 minutos una invitación a entrar en la intimidad del hombre, del ciudadano y del artista internacional que fue, como lo llaman los que tuvieron la suerte de conocerlo, “DON JACOBO”.
Co-fundador del grupo de vanguardia artística Saker-Ti, miembro del Partido Guatemalteco del Trabajo, Don Jacobo fue ante todo un hombre que supo luchar por su libertad.
En un siglo en que el arte se volvía fácilmente “util”, él defendía su libre-albedrío, impidiendo que su talento fuese instrumentalizado para fines políticos (“nosotros (los artistas miembros del PGT) ya – ¡y sin saberlo! – luchábamos contra el Estalinismo en esa época”).
En un siglo en que el arte tenía que ser “modero”, Don Jacobo tampoco se dejó llevar por la preocupación de la innovación obligatoria. El Maestro creaba con su universo interior. Su deseo al pintar era expresar ese universo y trasmitir emoción visual, dejando un espacio de libertad al espectador “que también es un creador”, subrayaba. Para Rodríguez Padilla, el arte no era un concepto sino una verdad profunda, y por eso trabajaba con recuerdos. Recuerdos de colores, de imágenes, de momentos, de sensaciones. Quizás porque su fuente de inspiración primera no la encontraba en el presente, sino en su pasado guatemalteco. “Trabajo con la idea de las cosas y no con la imagen directa de las cosas : por eso me pueden algunos acusar de simbolista” decía. De hecho, sus obras no plasman solamente lo visual sino un complejo tejido bordado con hilos de percepciones : todos sus sentidos están presentes en cada una de ellas, incluso el sexto. Aparecen, borrosos, figuras humanas y paisajes. Invariablemente ambos : un homenaje a la relación entre el Cosmos y el habitante.
De Guatemala a París – de París a México DF – de México DF a París. Más de sesenta años en el exilio. Jamás volvió a vivir en su país natal – como tantos intelectuales que entre el “encierro, el entierro y el destierro”, escogieron lo último. “Pero la sigo queriendo como en el primer día” añade en la entrevista, como un anciano que lleva grabada en su corazón la marca del primer gran amor. En su arte, resalta la pasión por los colores de su tierra, por sus telas típicas, por su clima – su sol, sus lluvias, su viento – por la figura de sus habitantes.
Don Jacobo, vivió en un pequeño taller del Quatorzième parisino. Y allí se apagó el 5 de octubre de 2014. Intestado, sus obras fueron recuperadas por el gobierno francés – ¿y luego qué? ¿quién las recupera? ¿qué pasará con ese patrimonio invaluable de nuestro país? Centenas y hasta miles de obras – desde los bocetos hasta las obras más acabadas – que realizó durante toda su vida. Porque Don Jacobo nunca dejó de “ver, ver, ver” y nunca dejó de crear.
La música de compositores nacionales e imágenes de archivo acompasan esta película, verdaderas joyas del patrimonio nacional.
Jacobo Rodríguez Padilla – Una visita a su taller es un testimonio valiosísimo de un artista que hubiese podido caer en el olvido. Para no citarlo : “esa campaña de amnesia (…) no es casual. Es para borrar la memoria de la gente”.
Hagamos que las obras de Jacobo Rodríguez Padilla vuelvan a Guatemala, que sean valoradas como patrimonio de la nación. Que si algunas quedan en Francia, que sea para introducirlas al público internacional de esta Ciudad Luz .
Que se le devuelva su lugar a nuestro Maestro, que, humildemente, hizo Arte en GRANDE.
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Llegaron algunos miembros de la comunidad guatemalteca (Carlos Obregón padre, Luis Juárez Quixtán, entre otros) : fue une velada de profundidad, emoción y reflexión. Aquí fueron rescatadas algunas de mis impresiones.
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También leer artículo de Arturo Taracena sobre la obra de Don Jacobo en el Museo Nacional de Antropología – México